En un movimiento que podría transformar radicalmente el panorama del fútbol de clubes a nivel mundial, la Serie A italiana ha manifestado su interés en convertirse en la primera liga europea en disputar partidos de su temporada regular fuera de sus fronteras, específicamente en Estados Unidos. Esta aspiración, confirmada recientemente por Michele Ciccarese, director comercial y de marketing de la Serie A, toma mayor relevancia tras el anuncio meses atrás de la FIFA de crear un grupo de trabajo para estudiar la posibilidad de autorizar a las ligas nacionales a organizar partidos en el extranjero.
La idea de “exportar” el fútbol no es nueva. De hecho ya son varias las Supercopas que se disputan en otros países. Pero hasta ahora el límite parecía ser esa clase de partidos y las ligas, incluso por una postura política de la FIFA, estaban vedadas a esta idea. Ahora la Serie A parece decidida a adelantarse a todos y concretar este controvertido paso en los próximos dos años.
La carrera por exportar el fútbol europeo a Estados Unidos
El mercado estadounidense ha sido durante años objeto de deseo para las principales ligas europeas. La Premier League fue pionera en este sentido, comenzando a promocionar activamente su producto en EE.UU. desde principios de la década del 2000, logrando una penetración cultural y comercial sin precedentes. “Empezaron realmente a promoverla y crear el producto en el extranjero, así que llegamos un poco tarde”, reconoce Ciccarese.
Este retraso en la conquista del mercado norteamericano es precisamente lo que impulsa a la Serie A a buscar medidas más agresivas. Tras décadas de dominio en los 80 y 90, cuando era considerada la mejor liga del mundo, el Calcio ha perdido terreno frente a la Premier League inglesa y LaLiga española, tanto en términos de ingresos como de relevancia global.
En este contexto surge la figura de Relevent Sports, empresa propiedad del multimillonario Stephen M. Ross (dueño de los Miami Dolphins), que lleva años presionando para que las ligas europeas disputen partidos oficiales en Estados Unidos. Fundada en 2012, Relevent ha organizado el International Champions Cup, torneo amistoso de pretemporada que ha traído a los grandes clubes europeos a suelo americano, pero su verdadera ambición siempre ha sido más grande: lograr que los partidos oficiales crucen el Atlántico.
La historia de estos intentos se remonta al controvertido “Game 39” propuesto por la Premier League en 2008, que contemplaba añadir una fecha adicional al calendario, disputada íntegramente en el extranjero. El plan, fuertemente criticado por aficionados y autoridades futbolísticas, fue finalmente descartado ante la oposición de la FIFA, entonces presidida por Joseph Blatter, quien llegó a afirmar que “el fútbol no puede ser como los Harlem Globetrotters o un circo”.
El plan de la Serie A y sus implicaciones comerciales
A diferencia de aquel intento de la Premier, el enfoque actual de la Serie A parece más cauteloso pero igualmente ambicioso. Según Ciccarese, la liga italiana “está trabajando para potencialmente hacerlo, pero hay barreras que necesitamos superar”, citando preocupaciones de calendario como la participación de los clubes en competiciones europeas entre semana y la potencial presión sobre los jugadores.
La Serie A ya cuenta con experiencia en “exportar” partidos oficiales, aunque no de liga regular. La Supercoppa Italiana se disputa en Arabia Saudita desde 2018, con un impasse de dos años por la pandemia, en una decisión que no ha estado exenta de polémicas. Este traslado ha generado críticas tanto por los inconvenientes en el calendario —especialmente desde que el torneo adoptó el formato de Final Four a mitad de temporada— como por cuestiones políticas relacionadas con la sede. Incluso, la disputa geopolítica se metió en el medio, cuando Bein Sports, que en ese momento tenía los derechos de la liga para distintos países, puso el grito en el cielo. La cadena deportiva controlada por el estado qatarí no veía con buenos ojos que uno de sus principales torneos se dispute en un país con el que mantenían en ese momento una fuerte disputa diplomática.

Pero más allá de esto, las críticas también estaban puertas adentro. El propio Maurizio Sarri a comienzos del 2024, antes de que la Lazio que dirigía tenga que viajar a jugar la Copa, había declarado: “Esto es cualquier cosa menos deporte. Coger el dinero y correr. La final de la FA Cup es la más vista del mundo y siempre se ha jugado en Wembley. Con todos los problemas de calendario se hace una Supercopa a cuatro. Altera muchas situaciones. Si el fútbol moderno evoluciona así, me alegro de ser viejo”.
Atentos a todos estos detalles y experiencias previas, el plan de la Serie A intenta morigerar estas cuestiones. Primero, con la sede en sí: no es lo mismo Estados Unidos que Medio Oriente. Y otro aspecto crucial del plan, y que marca una diferencia con intentos anteriores, es la sensibilidad hacia qué partidos podrían trasladarse. “Debe hacerse de una manera que tenga sentido para el club sin olvidar a los hinchas… no se puede jugar un derbi de Milán en América porque los aficionados en Italia se molestarían mucho. Ese partido tiene un gran significado en Italia. Así que tenemos que jugar de una manera que sea respetuosa con nuestra audiencia”, intentó explicar Ciccarese en una rueda de prensa tras un evento en Nueva York.
En términos financieros, las expectativas son considerables. Cuando la Premier League exploró su “Game 39”, los cálculos iniciales estimaban ingresos adicionales de entre 40 y 80 millones de libras anuales. En el contexto actual, con mercados más desarrollados y mayores ingresos por derechos televisivos, las cifras podrían ser significativamente superiores para una liga que enfrente hace años graves problemas económicos, tanto en su estructura organizativa como en los diversos clubes que participan.
Desafíos y críticas: ¿Está en riesgo la integridad deportiva?
El camino hacia la internacionalización de partidos oficiales no está exento de obstáculos. Hasta hace poco, la principal barrera era la prohibición de la FIFA de que las ligas domésticas disputaran partidos de temporada regular fuera de sus territorios, una norma respaldada por organismos regionales y nacionales.
Sin embargo, el panorama ha cambiado significativamente. En mayo de 2024, tras una demanda antimonopolio presentada por Relevent Sports en los tribunales estadounidenses, la FIFA acordó suspender y revisar esta regla. Este litigio, iniciado en 2019, llevó incluso al Departamento de Justicia de Estados Unidos a advertir a la FIFA que prohibir partidos populares en territorio estadounidense podría violar las leyes antimonopolio del país.
Ante esto, Gianni Infantino respondió con la creación de una comisión anunciada en agosto de 2024. Este grupo de 15 miembros está encargado de “recopilar informaciones más amplias sobre potenciales enmiendas al reglamento de los partidos internacionales de la FIFA y de emitir recomendaciones al Consejo al respecto”. Entre los aspectos a considerar figuran las repercusiones para los hinchas, las consecuencias sobre el desarrollo de la competición o el número de partidos a disputar fuera del territorio nacional. La puerta parece estar cada vez mas abierta. De hecho, Infantino es uno de los grandes promotores de que los países de Medio Oriente organicen esta clase de partidos, no sólo con grandes clubes europeos (vale recordar la Supercopa Argentina jugada en Abu Dhabi, o la Supercopa Egipcia que desde hace años también se juega en los Emiratos Árabes).
Pero mas allá de la FIFA y la resistencia que pueda encontrar en los hinchas, hay un detalle no menor: los jugadores. Con un calendario cada vez mas cargado, existe la preocupación por el impacto de esta clase de partidos que, mas allá de no agregar duelos, sí agregan complejidades logísticas y viajes extensos. De hecho, vale recordar la disputa que existe entre la FIFPro (la federación internacional de futbolistas) y la FIFA por el nuevo formato del Mundial de Clubes.
La historia del fútbol moderno es, en muchos sentidos, la historia de su globalización y comercialización. La disputa de partidos oficiales en el extranjero representa quizás el último gran paso en este proceso de internacionalización de las grandes ligas europeas. Si la Serie A logra concretar su ambición de ser la primera en dar este salto, establecerá un precedente que otras ligas seguramente seguirán, transformando para siempre la geografía del fútbol de clubes tal como la conocemos hasta ahora.