El silencio que retumbó en Casablanca: el boicot conjunto de los ultras del Raja y Wydad

El reciente clásico de Casablanca entre Raja y Wydad tuvo una particularidad: Por primera vez, las hinchadas rivales acordaron un boicot conjunto como protesta contra las autoridades.
El clásico del Wydad y el Raja se jugó bajo un boicot de las dos hinchadas.

El clásico de Casablanca entre el Raja y el Wydad se disputó este sábado en Marruecos con un resultado de 1-1, pero el resultado fue anecdótico: el verdadero protagonista fue el silencio. Por primera vez en décadas, las tribunas del estadio Mohammed V no vibraron con los cantos, banderas y mosaicos que han convertido este derby en uno de los espectáculos más impresionantes del fútbol africano. Las dos hinchadas, históricamente enfrentadas, acordaron un boicot conjunto inédito como protesta contra las autoridades. Las consecuencias: un estadio con poca gente, la mayoría sin vínculo con el club y que accedió por entradas gratuitas regaladas, y un ambiente que nada tiene que ver con uno de los partidos mas atractivos del mundo.

Un día después del partido, los ultras de ambos equipos emitieron un comunicado conjunto donde explicaron detalladamente las razones de su ausencia. Un acto de resistencia que trasciende lo deportivo y revela las tensiones sociales, políticas y económicas que atraviesan el fútbol marroquí actual. “La pasión no puede ser domesticada” concluyeron en su declaración.

Marruecos y sus dos gigantes

El fútbol marroquí vive desde hace décadas una de las dualidades mas intensas en el mundo. Los dos equipos de Casablanca, el Raja y el Wydad, dominan no solo el palmarés nacional sino también el imaginario colectivo y la pasión popular. Con más de 46 títulos nacionales entre ambos y múltiples conquistas continentales, estos dos clubes han trascendido lo meramente deportivo para convertirse en instituciones culturales, con su propio significado y rol en la sociedad.

El clásico de Casablanca en tiempos mejores: uno de los partidos mas atrapantes del fútbol africano.

El Raja, fundado en 1949, surgió en los barrios populares como símbolo de resistencia durante la época colonial, atrayendo principalmente a las clases trabajadoras y representando inicialmente a la juventud marroquí nacionalista. Sus colores verde y blanco y su águila en el escudo son emblemas reconocibles en todo el continente. Con tres Champions africanas (1989, 1997 y 1999), dos Copas Confederación (2018 y 2021), mas 13 títulos de liga, incluido el penúltimo torneo, el Raja ha consolidado su prestigio internacional.

Por su parte, el Wydad, fundado en 1937, tiene raíces en la burguesía casablanquesa y sectores más acomodados. Nace de un sentimiento independentista también, y sus orígenes mas que con el fútbol tienen que ver con el agua: buscaban dar acceso a las piletas de natación que en ese momento estaban vedadas por los marroquíes. Sus colores rojo y blanco son tan reconocibles como su palmarés: tres Champions africanas (1992, 2017 y 2022), una Supercopa de la CAF, y 22 títulos de liga, volviéndolo el equipo mas ganador a nivel local. En los últimos años, el Wydad ha experimentado un especial protagonismo continental, consagrándose como una de las potencias del fútbol africano.

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Lo que hace único a este clásico no es solo la rivalidad deportiva, sino su trasfondo sociocultural. A diferencia de otros clásicos mundiales donde las divisiones suelen ser de clase, religión o política, en Casablanca la rivalidad ha evolucionado hacia una competencia por demostrar quién representa mejor los valores de la ciudad y del país. Las hinchadas de ambos equipos son reconocidas por su creatividad, fervor y capacidad organizativa, convirtiendo cada encuentro en un espectáculo visual y sonoro que ha captado la atención internacional en mas de una oportunidad.

Además, la tribuna de estos clubes funciona como válvula de escape para las tensiones sociales. Así, el Raja y Wydad trascienden su condición de clubes deportivos para convertirse en vehículos de identidad colectiva. Sus estadios son espacios donde la juventud expresa no solo su pasión futbolística, sino también sus anhelos, frustraciones y críticas al sistema social y político.

Las razones detrás del boicot de los ultras del Raja y el Wydad

Volviendo al presente, el partido disputado el sábado pasado terminó con un discreto empate 1-1 que pasará al olvido mucho más rápido que la ausencia de su elemento más característico: la pasión desbordante de las tribunas. El estadio Mohammed V, escenario habitual de coreografías impresionantes, canciones ensordecedoras y un ambiente que muchos consideran entre los más intensos del mundo, presentó una imagen insólita: gradas prácticamente vacías durante uno de los clásicos más fervientes de África.

Este silencio no fue improvisado. Según revelaron ambas hinchadas en su comunicado posterior, la decisión de boicotear el partido fue el resultado de varias reuniones previas entre los líderes de los grupos ultras de ambos equipos. “Mantuvimos deliberadamente un silencio mediático, conscientes de la sensibilidad de la situación y con el objetivo de no inflamar aún más el ambiente ya tenso en la ciudad”, explicaron los grupos en su manifiesto.

El escrito revela un malestar profundo que trasciende lo meramente futbolístico para adentrarse en cuestiones de desarrollo urbano, justicia social y políticas públicas. Entre los principales motivos citados para el boicot, destaca la crítica al proyecto de renovación del estadio Mohammed V, calificada como “caótica” por los hinchas.

Las tribunas vacías del último clásico entre Wydad y Raja.

“Miles de millones gastados sin resultados tangibles”, “reparaciones superficiales repetitivas” e “inflación presupuestaria sin rendición de cuentas” son algunas de las acusaciones lanzadas hacia las autoridades. Los ultras señalan que en ocho años, el legendario estadio ha sido cerrado tres veces para renovaciones, sin que se perciban mejoras significativas, mientras otras ciudades han visto surgir estadios modernos en tiempo récord.

Esta crítica se enmarca en un contexto más amplio: lo que los hinchas describen como la “marginación estructural” de Casablanca. A pesar de ser el motor económico del país y la ciudad con mayor población, los ultras denuncian un desinterés flagrante hacia la ciudad en las políticas de desarrollo deportivo. Sin ir mas lejos: Para el Mundial del 2030 se proyecta para la región la construcción del Estadio Hassan II. Una imponente arena que se proyecta con una capacidad de 115 mil espectadores. Pero en el detalle está la crítica: los ultras mencionan específicamente la lejanía de este futuro estadio respecto a la ciudad, ya que se hará en Ben Slimane a unos 40 kilómetros del centro urbano. A esto se le suma la crítica por la deficiente infraestructura deportiva local, y la exclusión de la ciudad de otros grandes eventos futbolísticos que, cada día mas, alberga Marruecos dada su influencia en la CAF.

Los ultras también denuncian un clima de represión desde el inicio de la temporada. Prohibiciones de viaje para partidos como visitantes, encuentros arbitrariamente declarados a puertas cerradas y disparidades de trato entre ciudades que alimentan su sentimiento de injusticia. “Estas restricciones no son aleatorias, sino sistemáticas”, afirman.

Otra fuente de indignación son las sentencias consideradas excesivas contra jóvenes miembros de ambas parcialidades, algunos recibiendo penas de prisión de hasta quince años, a pesar de la ausencia de víctimas mortales en los incidentes juzgados. Los grupos afirman haber estado trabajando durante meses para sensibilizar y capacitar a sus miembros, y piden un tratamiento más justo y humano de estos casos.

El comunicado también condena enérgicamente las “campañas de desprestigio orquestadas por ciertas voces mediáticas”, acusadas de demonizar al movimiento ultra presentándolo como un peligro público, mientras ignoran sus acciones positivas y su contribución histórica al fervor patriótico. Citan ejemplos recientes donde la emoción generada por los hinchas marroquíes (muchos de ellos, parte de las tribunas de Casablanca) durante la Copa del Mundo 2022 fue celebrada internacionalmente, para contrastar con el trato recibido en el ámbito doméstico.

El mensaje transmitido desde el eco de las tribunas vacías viajó mucho más lejos que los cantos habituales. Y muestra también como el fútbol siempre es un vehículo que las sociedades “utilizan” para exponer sus tensiones constantes. Mientras tanto para los dos gigantes de Marruecos, la historia se sigue escribiendo día a día.

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Nahuel Lanzón

Experto en ver fútbol de países que ni la gente de ese país ve. Me gusta mucho analizar listas de selecciones antes de cualquier torneo internacional. Relator oficial (?) del fútbol exótico en Twitch.
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