Con apenas 18 años, Nima Rinji Sherpa acaba de inscribir su nombre en la historia del montañismo al convertirse en la persona más joven en conquistar las catorce cumbres de más de 8.000 metros. Sin embargo, su hazaña trasciende lo meramente deportivo: representa un punto de inflexión en la lucha del pueblo sherpa por el reconocimiento de su verdadero rol en el alpinismo mundial.
El joven nepalí completó su gesta el pasado octubre al coronar el Shishapangma (8.027 metros), la última cumbre que le faltaba en su extraordinaria campaña. Pero más allá del récord de precocidad, Rinji aprovechó su logro para transmitir un mensaje contundente: los sherpas ya no quieren ser vistos como simples porteadores o guías de apoyo para expediciones occidentales.
La hazaña de los catorce ochomiles
El desafío que Rinji ha completado es uno de los más exigentes del montañismo mundial. Las catorce cumbres que superan los 8.000 metros de altura se concentran en la cordillera del Himalaya, distribuidas entre Nepal, China, India y Pakistán. Desde que el legendario Reinhold Messner se convirtió en el primero en conquistarlas todas en 1986, apenas medio centenar de alpinistas han logrado esta hazaña.
Rinji comenzó su extraordinaria campaña a los 16 años, cuando ascendió el Manaslu (8.163 metros), el octavo pico más alto del mundo. Lo hizo apenas después de completar sus exámenes de décimo grado, marcando ya entonces un contraste con la imagen tradicional del sherpa dedicado exclusivamente a la montaña. En menos de dos años completaría las trece cumbres restantes, incluyendo el mítico Everest (8.848 metros) y el temible K2 (8.611 metros), considerado técnicamente más desafiante que el techo del mundo.
Más allá del rol de porteador
“Mi éxito es un homenaje a todos los sherpas que se han atrevido a soñar más allá de los límites tradicionales que se les han impuesto”, declaró Rinji tras completar su gesta. Sus palabras resuenan con especial fuerza en un momento de transformación para el pueblo sherpa, que históricamente ha visto sus contribuciones al montañismo relegadas a un segundo plano.
Durante décadas, los sherpas han sido presentados principalmente como porteadores y guías de apoyo para expediciones occidentales, una imagen reduccionista que ignora tanto su profundo conocimiento ancestral de la montaña como sus excepcionales capacidades físicas. Esta percepción ha contribuido a una pérdida de identidad y autoestima en la comunidad.
Rinji representa una nueva generación de sherpas que busca cambiar esta narrativa. Nacido en un pequeño pueblo de Sankhuwasabha y criado en Katmandú, es uno de los miembros más instruidos de su comunidad, donde la educación formal era hasta hace poco un lujo poco común. Su iniciativa “SherpaPower” busca transformar la percepción global de los sherpas y empoderar a las nuevas generaciones para que asuman roles de liderazgo en el montañismo mundial.
Un legado familiar revolucionario
El extraordinario logro de Rinji no surge de la nada. Es heredero de una notable tradición familiar en el montañismo de alto nivel. Su padre, Tashi Lakpa Sherpa, ostenta el récord de haber escalado el Everest sin oxígeno suplementario a los 19 años. Su tío, Mingma Gyabu Sherpa, era hasta ahora la persona más joven en completar los catorce ochomiles, hazaña que logró a los 30 años.
Sin embargo, Rinji ha decidido proyectar este legado familiar hacia nuevos horizontes. Ya tiene en mente su próximo desafío: intentará escalar el Manaslu en estilo alpino durante el invierno, junto a un equipo internacional. Ningún ser humano ha logrado conquistar un ochomil en estilo alpino durante el invierno sin cuerdas fijas, oxígeno suplementario ni campamentos establecidos.
“Sí, es un desafío. Pero estoy decidido”, afirma Rinji, quien comenzará esta nueva aventura el 21 de diciembre. Sus palabras reflejan no solo la determinación personal de un joven excepcional, sino la ambición de todo un pueblo por reescribir su papel en la historia del montañismo mundial.
La gesta de Nima Rinji Sherpa marca un antes y un después en el alpinismo. No solo por la extraordinaria precocidad de su logro, sino porque representa la emergencia de una nueva generación de sherpas que reclama su lugar en el podio de las grandes hazañas montañeras. Una generación que, sin renegar de su herencia como guías y conocedores de la montaña, aspira a ser reconocida por sus propios logros y a inspirar a otros jóvenes sherpas a soñar más alto.